Fundación de un monasterio

FUNDACIÓN DE UN MONASTERIO

Fundación de un monasterioLa fundación de un monasterio era un proceso largo, con una duración de varios años. Lo habitual era que, en la adquisición de los terrenos, interviniera algún noble o rey (quienes, en muchos casos, serían enterrados en las iglesias de los propios monasterios). Éstos donaban alguna de sus propiedades para que se estableciera el cenobio y entregaba la suficiente cuantía para que se construyera el edificio. Con el paso del tiempo, seguían contribuyendo a la supervivencia de la comunidad proporcionando beneficios fiscales. Después de obtener los terrenos, era necesaria la dotación oficial de la toma de la posesión, la confirmación del rey y, finalmente, a del Papa.

El territorio donde se asentaba debía ser fértil, ya que la ganadería y la agricultura constituirían la base de la supervivencia de los monjes. La primera zona que se construía era la iglesia. Se continuaba por el claustro regular, en el que se situaban las dependencias propias de la vida de los monjes, como el dormitorio, la sala capitular, la cocina, el refectorio o el calefactorio. Con el paso del tiempo, los monasterios se convirtieron en lugares de hospedaje para los peregrinos, y por ello se ampliaron sus dependencias. Se construyó entonces el claustro de las hospederías, en cuyo entorno se  distribuyen las habitaciones en las que se cumplían estas tareas, como la enfermería, la botica, los dormitorios o las cocinas. Distribuidos por el territorio que poseía el monasterio, se encontraban otros edificios cuyo fin era la explotación de los recursos naturales. Así, había granjas, cuya distancia del monasterio no debía ser superior a un día de camino, y que se ocupaba de cultivar las tierras o cuidar la ganadería, así como la explotación de los bosques. Además se podían encontrar molinos y piscifactorías. Todas estas actividades eran desempeñadas por gentes conversas o legos, en cualquier caso nunca monjes, ya que estos no podían abandonar el monasterio.

Fundación de un monasterioLa vida diaria en el cenobio se organizaba siguiendo la norma del Cister, ora et labora y según los aspectos de la doctrina del Císter:  aislamiento, pobreza, devoción a la Virgen María, unificación espiritual y material de la vida monacal y equilibrio entre la autoridad central y la autonomía de los monasterios. La actividad intelectual fue considerada de importancia para los cistercienses.

Fundación de un monasterio. Horas y solesLa oración marcaba el transcurso del día, de forma que eran ocho las oraciones que se celebraban en cada jornada: maitines (oficio nocturno), laudes (al alba), prima (al salir el sol), tercia, sexta mediodía), nona, vísperas y completas. Fuera de estas actividades, los monjes trabajaban en las tierras aledañas al monasterio, en los almacenes, en las cocinas o copiando manuscritos. Las tareas diarias se realizaba en silencio pudiendo hablar únicamente en la sala locutorio, en la que se distribuía el trabajo diario, y en la sala capitular, donde se leían capítulos de la Regla y el abad impartía justicia. La vida del monasterio estaba marcada por la austeridad, empezando por sus hábitos, que eran blancos para no tener que ser teñidos. Los dormitorios eran comunes, una sala diáfana donde todos los monjes dormían juntos, sin compartimentar el espacio. La comida era frugal, reduciéndose en época de ayuno, a una única vez al día. Se alimentaban de pan, legumbres, fruta, vino, pescado y queso, y lo hacían también en silencio, mientras uno de los monjes leía en el refectorio.