Santa María de Palazuelos

El templo del desaparecido Monasterio Cisterciense de Santa María de Palazuelos es Monumento histórico Artístico (BIC) desde el 3 de junio de 1931.

Sus restos se localizan al nordeste de Valladolid, a unos 19 km de la capital, y a 2,5 km al norte de Cabezón de Pisuerga, junto al Canal de Castilla. Se ubica en la margen derecha del río Pisuerga.

 

HISTORIA DEL MONASTERIO

Alfonso Téllez de Meneses, hijo de Don Tello Pérez y de Gontroda García, y biznieto del Conde Ansúrez, fue II Señor de Meneses y I de Alburquerque. Además de gobernador de Valladolid ostentó el señorío de diversas villas del entorno vallisoletano, como Cabezón, Tudela, Portillo o San Román. Su brillante actuación al lado de Alfonso VIII en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 motivó que el monarca les entregase a él y a su segunda mujer Teresa Sánchez (hija de Sancho I de Portugal), la villa de Palazuelos el 28 de julio de 1213. Unos días más tarde, el susodicho matrimonio cedió dichas tierras al convento cisterciense de San Andrés de Valvení, con la condición de que trasladase su convento a este lugar. El mismo Alfonso Téllez sería enterrado en el templo del monasterio, así como su mujer, hijos y nietos.

En 1226 se llevó a cabo la consagración del altar. El resto de los edificios estuvieron acabados en 1254, cuando la comunidad de Valvení se trasladó definitivamente al nuevo monasterio.

Este lugar fue testigo de la celebración de hechos históricos de diferente envergadura:

– Alfonso XI en 1313 contaba con 6 años de edad cuando en el claustro del monasterio se dieron cita los concejos de Castilla para establecer su regencia y tutoría hasta su mayoría de edad doce años después. Dichas responsabilidades recayeron en su abuela, Dña. María de Molina, su tío el Infante D. Juan, y su tío-abuelo el Infante D. Pedro. Este suceso se conoce como “Acuerdos de Palazuelos”.

Carlos I, en su retiro hacia Yuste, hizo parada en Cabezón, donde conoció a su nieto Don Carlos. Ambos visitaron Palazuelos y allí escucharon misa. Era el 20 de octubre de 1556.

– Felipe II realizó numerosas visitas al monasterio. Entre las más relevantes, cabe destacar la que realizó durante el viaje que le llevó de Madrid a Tarazona ( Zaragoza) para celebrar las Cortes, pernoctando en la abadía el 25 de agosto de 1592.

Felipe IV, durante la Guerra de los 30 años, reunió allí a sus tropas en julio de 1638 para marchar a Fuenterrabía, donde el ejército español conseguiría poner fin al asedio francés el 8 de septiembre del mismo año.

Al ser cabeza de la Orden del Císter en Castilla, en el Monasterio se celebraban cada tres años los denominados “Capítulos Generales” en los que se acordaba la gestión de las finanzas y de los bienes inmobiliarios de las abadías.

El monasterio continuó próspero hasta bien entrado el siglo XIX, pues fue víctima de un incendio provocado por los franceses durante la Batalla de Cabezón en 1808. Pero su declive definitivo fue propiciado por las desamortizaciones decimonónicas, especialmente la de Mendizábal (1834-1854). Fue la más importante de todas, no sólo por su volumen y la rapidez con que se llevó a cabo, sino también porque a partir de ese momento la desamortización fue un proceso irreversible y afectó a los bienes eclesiásticos. El monasterio pasó a convertirse en una explotación agrícola.

Tras este suceso, la iglesia pasó a ser parroquia abierta al culto los días festivos hasta la primera mitad del siglo XX. Desde entonces, su abandono propició el expolio y el vandalismo de forma continuada, por lo que el Obispado, durante los años 90, rescató del templo los bienes más valiosos y la iglesia fue desacralizada.

Estuvo a punto de renacer cuando en 1996 optó por ser sede del Museo Provincial del Vino, pero la Diputación Provincial de Valladolid se decantó finalmente por el Castillo de Peñafiel. En ese mismo año, Cabezón de Pisuerga lideró un grupo de doce municipios que pretendían con urgencia la restauración de la iglesia, cuya cubierta amenazaba con derrumbarse. Se hicieron llamamientos a las distintas instituciones públicas y eclesiásticas, así como avisos a la prensa para reforzar sus peticiones. Pero el paso del tiempo fue implacable y no perdonó la lentitud burocrática: en enero de 1998 se derrumbó un tramo del tejado llevándose consigo la espadaña gótica y buena parte de la bóveda del ábside. Posteriormente, se le proporcionó al templo una cubierta nueva, aunque se relegó nuevamente una restauración en profundidad, quedando el templo temporalmente cerrado para su contemplación.

Cabezón de Pisuerga se embarcó en 2012 en el proyecto de recuperar el monasterio de Santa María de Palazuelos del olvido y abandono en el que se encontraba. La iniciativa de su ayuntamiento y el empuje del grupo de vecinos y voluntarios de la asociación Amigos de Palazuelos, hicieron posible el que hoy el monumento se pueda visitar y emplear para actos culturales, aunque el camino no ha hecho más que comenzar.

 

DESCRIPCIÓN DEL MONASTERIO

El templo tiene planta basilical, con tres naves de cuatro tramos cada una de ellas.La cabecera, orientada al este, se compone de tres capillas con tramo recto que termina en cabecera poligonal, en el caso de la central dedicada a la Virgen, y semicircular en las dos laterales. Esta diversidad en la cabecera del ábside principal, poligonal, y los laterales, semicircular, es un hecho singular dentro de la Orden del Cister. Adosada al ábside central existe una especie de girola, construida en el siglo XVI y utilizada como sacristía que aparece decorada con frescos. El crucero de la iglesia no destaca en planta pero sí en alzado. Está compuesto por tres tramos, el central, cubierto con bóveda de crucería, más otro en cada uno de sus brazos, con bóvedas de cañón. Estos restos, cabecera y crucero, del siglo XIII, son los más antiguos conservados siendo, el resto del templo, fruto de la reforma clasicista realizada en el siglo XVI por Juan de Nantes, motivada por el hundimiento que sufrió buena parte del edificio a causa de un rayo.

En el primer tramo de la nave sur se abre la puerta de los monjes que conducía al claustro y que actualmente se encuentra tapiada. En el extremo oeste del último tramo de esta misma nave se practica la puerta de conversos que en la actualidad se encuentra parcialmente cegada. En cuanto a las dependencias monásticas, del claustro reglar, situado al sur del templo, sólo podemos ver dos arranques de arcos junto a la puerta de los monjes y la de los conversos, y otro en el muro occidental de la sacristía. Su construcción data del siglo XVI. Las dependencias en torno al claustro también han desaparecido, pudiéndose sólo ver la sacristía y su pequeña capilla aneja, ambas medievales. La sacristía es una sala de planta ligeramente rectangular, de un solo tramo y cubierta con bóveda de crucería cuatripartita, cuya construcción es contemporánea a la iglesia, de mediados del siglo XIII.

Los capiteles interiores, muy elaborados y elegantes, poseen decoración vegetal estilizada en forma de hojas cuyos tallos se ajustan a la parte inferior, más estrecha, del capitel, mientras que en la superior se avolutan y rizan con un notable ensanchamiento.

Además de la arquitectura, este templo atesora un magnífico conjunto de sepulcros. Al menos han podido catalogarse diez. De estos sepulcros, los tres mejor conservados se trasladaron en 1964 al Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid. Los restantes, en avanzado estado de deterioro, se encuentran recogidos en la capilla de Santa Inés (situada en la nave del Evangelio y a la que se accede por una puerta en el brazo norte del crucero, junto a la cabecera). Son sarcófagos elevados del suelo mediante sillares tallados frecuentemente en forma de león o de animal fantástico. Es el tipo de sepulcro preferido por las grandes familias nobiliarias en estos territorios de Castilla durante la segunda mitad del siglo XIII y principios del XIV, con la figura yacente sobre la tapa y escenas del entierro en las caras. Aquí están enterrados el fundador Alfonso Téllez de Meneses (†1230) y su segunda mujer Teresa Sánchez de Castro. La documentación del monasterio insiste en que allí está enterrada la madre de María de Molina, doña Mayor Alfonso, nieta del fundador. En uno de los sepulcros hay una inscripción que dice «cembris obit Allefonso decimo». Esta referencia alude a Alfonso infante de Molina, hijo del rey de León, Alfonso IX, fallecido en 1252.

 

“HOC ALTARE EST CONSTRUCTUM IN HONORE BEATE VIRGINS MARIE SU ERA M CC LXIIII”

“ESTE ALTAR SE HA LEVANTADO EN HONOR DE SANTA MARÍA VIRGEN EN LA ERA DE 1264”

 

En la capilla mayor encontramos los monumentales escudos de armas de Carlos V situados en los laterales de la capilla mayor. También aparecen restos de otras pinturas referentes a escudos de la Orden del Císter. Al lado del evangelio del presbiterio se localiza la lápida conmemorativa de la construcción del altar de Santa María. En ella se lee:

Existen restos de figuras esculpidas de leones. En el arte románico, la imagen del león se presentaba como el guardián del templo. Representaba la fuerza justiciera de Dios y su implacable poder de justicia, castigando al infiel y pecador.

Ya en el exterior, podemos observar el mismo estilo sobrio y sencillo característico del románico. Podemos observar capiteles distintos a los de interior: capiteles de amplias hojas lisas y carnosas rematadas en brotes vegetales, capiteles de hojas planas desplegándose en ramificaciones florales, capiteles de crochets con tallos anchos y nervios marcados, capiteles de hojas con múltiples lóbulos dispuestos en dos niveles y, por último, capiteles figurados en los que encontramos parejas de dragones afrontados que cruzan cuellos y colas, abriendo sus fauces para morderse; o bien, sirenas-pájaro provistas de caperuza y largas colas de serpiente entrelazadas.